Consideran que el «medio social que les rodea», puede exceder a sus propios recursos y por ello poner en peligro su situación de bienestar.

La situación se hace tan insoportable que aparecen conductas de evitación, de absentismo laboral e importantes trastornos psicosomáticos o de la personalidad.

Puede ser, en suma, la respuesta del organismo a un estado de excesiva y permanente tensión que se prolonga más allá de las propias fuerzas. Generalmente esta situación psicofisiológica se acompaña de sentimientos de falta de ayuda, actitud negativa y posible pérdida de autoestima.

Tanto el concepto de sí mismo como el de autoestima se ven sensiblemente deteriorados como consecuencia de esa inadaptación progresiva del medio social.

Cada día le resulta más difícil convivir con sus amigos, familiares, parejas, familia en general, mantener la agilidad y habilidad que tenía, por lo que respecta a sus trabajos y responsabilidades.

Puede llegar al auto convencimiento mental de que no merece la pena seguir, ya que su lugar en este mundo no es apreciado por el sistema y la familia, ni por los que dicen ser sus amigos, ni por sus jefes, cada vez más críticos e intolerables, sin saber que son parte de la codependencia de este síndrome.(si así le podríamos denominar)

Se llegan a encontrar realmente desesperados e indiferentes. La expresión «no puedo más, no quiero seguir» denota, sin duda, la existencia de un humor depresivo que se evidencia por apatía, desgana, aburrimiento, irritabilidad, anhedonia y trastornos del control de los impulsos.

Asimismo, uno de los rasgos significativos en este síndrome que amenaza la salud de nuestros conocidos o familiares es el «vacío de sentido» en el que se hunde, el «vacío» es ausencia de realización (autorrealización) y aleja a este sujeto de una existencia realmente auténtica.

La sensación de vacío que puede sufrir el sujeto activo termina en despersonalización (extrañeza de uno mismo) y des realización (distanciamiento del entorno).

Se trata de una forma de alexitimia en la que se observa una «afectividad plana», por tanto el sujeto puede parecer «duro», «distante» o «frío» ante los ojos de la sociedad y de su propia familia.

De alguna manera la angustia del sujeto, el miedo a la soledad, se transfiere.

Esta angustia del sujeto aumenta con el proceso de «despersonalización» y «rutinación.